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mayo  20, 2024

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Sobre los “indignados”

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Sobre los “indignados”


Por Roberto Antonio Punte

¡“Indignaós”! de Stéphane Hessel es poco más que un opúsculo, pero su mecha panfletaria detonó múltiples incendios, generando un mito de movilización, no ya entre los proletarios como tal vez hubiera soñado Georges Sorel, en sus “Reflexiones sobre la violencia”, sino en los jóvenes más o menos educados de las clases medias.-

 

No obstante, hay poco en común entre la irrupción de los “indignados” en distintos países de occidente con la situación que se da en los países árabes, aunque ya se ha visto la recurrencia de alzamientos populares, que, sustituyendo los desvalorizados golpes de palacio, pueden en nuestros días llevar al desplazamiento del gobierno existente, según he tratado en una nota anterior(1). Muchas veces se ha argumentado que la gente toma las calles y apela a medidas de acción directa porque las instituciones son débiles, o no hay representatividad en los partidos políticos que permitan canalizar debidamente los reclamos y tensiones. Vinculado con esto es corriente vincular fortaleza del sistema político con la difusión universal del acceso a más y mejor educación.-

 

Estos diagnósticos resultan convincentes en el caso de las dictaduras, en que la educación y el adoctrinamiento se confunden, y hay ausencia de un sistema político estructurado, con partidos representativos de las distintas minorías, lo que permite explicar se acuda a la acción directa en las calles por falta de los mediadores institucionales que son quienes normalmente deben formular las inquietudes del pueblo, o de sectores del mismo, dándoles formato y canalización, y eventualmente proponiéndolos a las estructuras de poder, para desde allí ir buscando soluciones.-

 

Pero, precisamente, esto que era válido para el análisis de situaciones opresivas ha emergido también en países donde sí existen partidos e instituciones, lo cual demuestra la insuficiencia actual de dicho enfoque. Por otra parte, se suele frecuentemente argumentar que los defectos de acceso al trabajo, y determinados niveles de violencia y de opción por el delito, se solucionan con más educación –o, lo que muchas veces no es lo mismo, más presupuesto para quienes trabajan de educadores, o remendando deficiencias educativas de los sistemas.-

 

Sin embargo, tanto Santiago de Chile y Madrid, como París y Londres, son capitales de países institucionalmente tan sólidos como es humanamente posible, con partidos políticos establecidos y de tradición, y sin embargo hay alborotos y manifestaciones de gravedad. Además, sobre todo en los dos primeros casos, han sido los jóvenes educados, con títulos universitarios o estudios avanzados, que ante el desempleo o la inminencia de un futuro gris y mediocre expresan sus protestas. En la muy educada Berlín ha sorprendido ganando escaños con el 8,9% de los votos un flamante “Partido Pirata” (Piratenpartei) originario de la archieducada Suecia, que reivindica el acceso libre a Internet y reclama derecho a la privacidad y menores controles de contenidos, así como reformas sustanciales en materia de patentes y propiedad intelectual. En cambio, las protestas en Atenas –desencadenadas por el inesperadamente brusco impacto de ajuste fiscal– se asemejan mucho más a nuestro desesperado “que se vayan todos” provocado por el sorpresivo corralito, de fines del 2001.-

 

Obliga esto a reflexionar sobre la insuficiencia de los anteriores diagnósticos, sobre todo por el riesgo de ineficacia de las medidas que hayan de proponerse.-

 

Al advertir que son los estudiantes y egresados recientes, presuntamente educados, quienes están en el núcleo de las protestas, no puedo menos que recordar que ya en 1970, -luego de los episodios franceses de mayo de 1968- la UNESCO produjo un denso informe titulado “Aprender a ser”(2), señalando que en el futuro –es decir, ahora– la educación no iba a implicar como hasta entonces automáticamente ascenso social u oportunidades de mayores ingresos. Esto es, quienes se educaran mejor, crecerían como personas, tendrían una visión más rica de la vida, etc., pero no necesaria e inevitablemente un mejor nivel económico o social. Esta línea había sido ya trazada por Paulo VI en Populorum Progressio de 1967, “El desarrollo no se reduce al simple crecimiento económico. Para ser auténtico debe ser integral, es decir, promover a todos los hombres y a todo el hombre”, en una distinción, luego reforzada, marcando la superioridad humana de “ser“ sobre el “tener”.-

 

Y esto es lo que aquí se verifica. Los desempleados de hoy o de mañana tienen diplomas, gente educada que no obtiene trabajo en relación a sus estudios, o es despedida junto con muchos otros en los bruscos redimensionamientos de bancos o empresas, y además ve que desciende en ingresos a niveles equivalentes a los de un miembro de la antes clase “obrera” –camioneros, personal doméstico, enfermeros–, dejando atrás sus posiciones de clase media o sus expectativas de ascender a la misma. Y advierte que las cada vez más amplias declaraciones de derechos resultan meras declamaciones vacías, al carecer de contenidos concretos de sentido, apoyados en la inserción socialmente útil de trabajo, vivienda y salud, que posibiliten el libre desarrollo de su identidad personal y proyección afectiva y familiar.-

 

Por otra parte, si bien la anterior observación puede ser criticable y sólo parcialmente válida en sentido ascendente, lo contrario resulta sí exactamente comprobable en sentido descendente. En efecto, quien no aprende regularmente lo elemental, siquiera una técnica o un oficio, tiene garantizada y asegurada la caída al fondo de la estructura social, a los lugares más bajos, al desempleo, a la pobreza y dependencia mayores. Aún los puestos de menor especialización requieren mínimas capacidades de escritura y lectura, comprensión y expresión de las consignas, o sea, manejar el lenguaje y poder entender los mecanismos de las máquinas informatizadas.-

 

Estas dos cuestiones nos denuncian pues que las excesivamente simplificadas recetas de “más educación”, y “más democracia”- entendidas estas según las estructuras políticas decimonónicas fundadas en partidos y parlamentos, son las que están en tela de juicio. Sobre todo cuando han dado lugar a regímenes sufragistas pero sustancialmente neo-oligárquicos, donde la clase política se sucede a sí misma, en modelos excluyentes, sosteniéndose mutuamente en prebendas y privilegios dignos de los monarcas del “ancién regime” (3).-

 

Evidentemente estamos en un cambio de época, donde el antiguo paradigma se ha desgastado, y los nuevos modelos aún no se perfilan. Y también es evidente que hay una retroalimentación letal entre la cultura consumista que presenta un único modelo de éxito, el de la riqueza fácil y rápida, difundido mediáticamente en forma masiva y manifestada en la posesión ostentosa de casas espectaculares, mujeres bonitas, autos, gustos y ropa de marca caros; con la realidad de la decadencia del estado de bienestar y garantizador de empleos estables. De ahí tal vez una de las mayores contradicciones que motoriza la angustia social y la creciente inquietud callejera en dichas grandes capitales.-

 

 
 


(1) La ruptura de la continuidad legal por disturbios, alzamientos y ocupación de los espacios públicos. (elDial.com - DC153C) 10-3-2011.

(2) Aprender a ser. La educación del futuro. UNESCO 1973.- Edgar Faure, Felipe Herrera, Abdul-Razzak Kaddoura, Henri Lopes, Arthur V. Petrovski, Majid Rahnema, Frederick Champion Ward.- Este informe se complementó con el titulado “Aprender a aprender” de 1996, realizado por una Comisión encabezada por Jacques Delors, proponiendo metas educativas para el Siglo XXI, con énfasis en la formación permanente, sobre todo en habilidades para convivir y perfeccionarse, que ha tenido gran repercusión en muchas reformas de los sistemas nacionales.-

(3) Sobre las neo-oligarquías aun resuena la vigorosa advertencia de despedida del Presidente Einseinhower en 1960 sobre el complejo “militar-industrial” y hoy cabe agregar financiero, en USA, y, desde los países socialistas, el libro de Milovan Djilas, “La nueva clase” (edición argentina de Sudamericana, 1957), militante comunista que había llegado a la vicepresidencia de Yugoeslavia, de la que fue destituido y encarcelado en razón de sus denuncias sobre esta “nueva clase” de gobernantes, apoyada en el partido único y, que, en virtud de su absoluto control de todos los resortes del poder, podía gozar como propios de los beneficios de la propiedad teóricamente socializada y pública.-

 

Citar: elDial.com - CC2A21

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