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Sobre los “indignados”
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Sobre los “indignados” |
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¡“Indignaós”!
de Stéphane Hessel es poco más que un opúsculo, pero su
mecha panfletaria detonó múltiples incendios, generando un
mito de movilización, no ya entre los proletarios como tal
vez hubiera soñado Georges Sorel, en sus “Reflexiones
sobre la violencia”, sino en los jóvenes más o menos
educados de las clases medias.- No
obstante, hay poco en común entre la irrupción de los
“indignados” en distintos países de occidente con la
situación que se da en los países árabes, aunque ya se ha
visto la recurrencia de alzamientos populares, que,
sustituyendo los desvalorizados golpes de palacio, pueden en
nuestros días llevar al desplazamiento del gobierno
existente, según he tratado en una nota anterior(1).
Muchas veces se ha argumentado que la gente toma las calles y
apela a medidas de acción directa porque las instituciones
son débiles, o no hay representatividad en los partidos políticos
que permitan canalizar debidamente los reclamos y tensiones.
Vinculado con esto es corriente vincular fortaleza del
sistema político con la difusión universal del acceso a más
y mejor educación.- Estos
diagnósticos resultan convincentes en el caso de las
dictaduras, en que la educación y el adoctrinamiento se
confunden, y hay ausencia de un sistema político
estructurado, con partidos representativos de las distintas
minorías, lo que permite explicar se acuda a la acción
directa en las calles por falta de los mediadores
institucionales que son quienes normalmente deben formular
las inquietudes del pueblo, o de sectores del mismo, dándoles
formato y canalización, y eventualmente proponiéndolos a
las estructuras de poder, para desde allí ir buscando
soluciones.- Pero,
precisamente, esto que era válido para el análisis de
situaciones opresivas ha emergido también en países donde sí
existen partidos e instituciones, lo cual demuestra la
insuficiencia actual de dicho enfoque. Por otra parte, se
suele frecuentemente argumentar que los defectos de acceso al
trabajo, y determinados niveles de violencia y de opción por
el delito, se solucionan con más educación –o, lo que
muchas veces no es lo mismo, más presupuesto para quienes
trabajan de educadores–,
o remendando deficiencias educativas de los sistemas.- Sin
embargo, tanto Santiago de Chile y Madrid, como París y
Londres, son capitales de países institucionalmente tan sólidos
como es humanamente posible, con partidos políticos
establecidos y de tradición, y sin embargo hay alborotos y
manifestaciones de gravedad. Además, sobre todo en los dos
primeros casos, han sido los jóvenes educados, con títulos
universitarios o estudios avanzados, que ante el desempleo o
la inminencia de un futuro gris y mediocre expresan sus
protestas. En la muy educada Berlín ha sorprendido ganando
escaños con el 8,9% de los votos un flamante “Partido
Pirata” (Piratenpartei)
originario de la archieducada Suecia, que reivindica el
acceso libre a Internet y reclama derecho a la privacidad y
menores controles de contenidos, así como reformas
sustanciales en materia de patentes y propiedad intelectual.
En cambio, las protestas en Atenas –desencadenadas por el
inesperadamente brusco impacto de ajuste fiscal– se
asemejan mucho más a nuestro desesperado “que
se vayan todos” provocado por el sorpresivo corralito,
de fines del 2001.- Obliga
esto a reflexionar sobre la insuficiencia de los anteriores
diagnósticos, sobre todo por el riesgo de ineficacia de las
medidas que hayan de proponerse.- Al
advertir que son los estudiantes y egresados recientes,
presuntamente educados, quienes están en el núcleo de las
protestas, no puedo menos que recordar que ya en 1970, -luego
de los episodios franceses de mayo de 1968- la UNESCO produjo
un denso informe titulado “Aprender a ser”(2),
señalando que en el futuro –es decir, ahora– la educación
no iba a implicar como hasta entonces automáticamente
ascenso social u oportunidades de mayores ingresos. Esto es,
quienes se educaran mejor, crecerían como personas, tendrían
una visión más rica de la vida, etc., pero no necesaria e
inevitablemente un mejor nivel económico o social. Esta línea
había sido ya trazada por Paulo VI en Populorum
Progressio de 1967, “El
desarrollo no se reduce al simple crecimiento económico.
Para ser auténtico debe ser integral, es decir, promover a
todos los hombres y a todo el hombre”, en una distinción,
luego reforzada, marcando la superioridad humana de “ser“
sobre el “tener”.- Y
esto es lo que aquí se verifica. Los desempleados de hoy o
de mañana tienen diplomas, gente educada que no obtiene
trabajo en relación a sus estudios, o es despedida junto con
muchos otros en los bruscos redimensionamientos de bancos o
empresas, y además ve que desciende en ingresos a niveles
equivalentes a los de un miembro de la antes clase
“obrera” –camioneros, personal doméstico,
enfermeros–, dejando atrás sus posiciones de clase media o
sus expectativas de ascender a Por
otra parte, si bien la anterior observación puede ser
criticable y sólo parcialmente válida en sentido
ascendente, lo contrario resulta sí exactamente comprobable
en sentido descendente. En efecto, quien no aprende
regularmente lo elemental, siquiera una técnica o un oficio,
tiene garantizada y asegurada la caída al fondo de la
estructura social, a los lugares más bajos, al desempleo, a
la pobreza y dependencia mayores. Aún los puestos de menor
especialización requieren mínimas capacidades de escritura
y lectura, comprensión y expresión de las consignas, o sea,
manejar el lenguaje y poder entender los mecanismos de las máquinas
informatizadas.- Estas
dos cuestiones nos denuncian pues que las excesivamente
simplificadas recetas de “más educación”, y “más
democracia”- entendidas estas según las estructuras políticas
decimonónicas fundadas en partidos y parlamentos, son las
que están en tela de juicio. Sobre todo cuando han dado
lugar a regímenes sufragistas pero sustancialmente neo-oligárquicos,
donde la clase política se sucede a sí misma, en modelos
excluyentes, sosteniéndose mutuamente en prebendas y
privilegios dignos de los monarcas del “ancién
regime” (3).- Evidentemente
estamos en un cambio de época, donde el antiguo paradigma se
ha desgastado, y los nuevos modelos aún no se perfilan. Y
también es evidente que hay una retroalimentación letal
entre la cultura consumista que presenta un único modelo de
éxito, el de la riqueza fácil y rápida, difundido mediáticamente
en forma masiva y manifestada en la posesión ostentosa de
casas espectaculares, mujeres bonitas, autos, gustos y ropa
de marca caros; con la realidad de la decadencia del estado
de bienestar y garantizador de empleos estables. De ahí tal
vez una de las mayores contradicciones que motoriza la
angustia social y la creciente inquietud callejera en dichas
grandes capitales.- (1) La ruptura de la continuidad legal por disturbios, alzamientos y ocupación de los espacios públicos. (elDial.com - DC153C) 10-3-2011. (2) Aprender a ser. La educación del futuro. UNESCO 1973.- Edgar Faure, Felipe Herrera, Abdul-Razzak Kaddoura, Henri Lopes, Arthur V. Petrovski, Majid Rahnema, Frederick Champion Ward.- Este informe se complementó con el titulado “Aprender a aprender” de 1996, realizado por una Comisión encabezada por Jacques Delors, proponiendo metas educativas para el Siglo XXI, con énfasis en la formación permanente, sobre todo en habilidades para convivir y perfeccionarse, que ha tenido gran repercusión en muchas reformas de los sistemas nacionales.- (3) Sobre las neo-oligarquías aun resuena la vigorosa advertencia de despedida del Presidente Einseinhower en 1960 sobre el complejo “militar-industrial” y hoy cabe agregar financiero, en USA, y, desde los países socialistas, el libro de Milovan Djilas, “La nueva clase” (edición argentina de Sudamericana, 1957), militante comunista que había llegado a la vicepresidencia de Yugoeslavia, de la que fue destituido y encarcelado en razón de sus denuncias sobre esta “nueva clase” de gobernantes, apoyada en el partido único y, que, en virtud de su absoluto control de todos los resortes del poder, podía gozar como propios de los beneficios de la propiedad teóricamente socializada y pública.-
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